Hacha Ensangrentada.
Dicen que lo que cuenta es lo que eres en el interior y eso era muy real para Ignacio, un joven del pueblo Germano el cual tenía ojos marrones y cabello negro. Su piel era color canela. Estaba en plena adolescencia y se le comenzaba a notar los cambios que tenía en su cuerpo especialmente en su cara ya que le salían tantas espinillas como piedras en la grava.
"¿Porqué tendré que tener tantas espinillas?, no me gustan para nada y lo peor de todo es que la chica que me gusta me lo ha mencionado"
Su papá interrumpió sus pensamientos diciendo: -Hey Ignacio, necesito que vayas inmediatamente al bosque
a traer el hacha que dejé en aquel ceibo que talé hoy. Si no la recuperamos para mañana ya se la abrán robado.-De acuerdo papá, voy enseguida.
El padre de Ignacio era un hombre al que con tan solo verlo cualquiera se podía llevar un buen susto ya que tenía su cara deformada producto de un enfrentamiento que tuvo con un Galo en la batalla por las cerealeras, sin embargo era muy inteligente y sabía cuidar muy bien de su familia
así que antes de que Ignacio Partiera él le aconsejó: -Recuerda tener cuidado con Billy el Leñador... sé que es solo un cuento pero recuerda lo que sucedió con nuestro vecino. No es que te quiera decir que hay un demonio llamado Billy en el bosque, pero te aseguro que si puede haber un hombre loco o lo que es peor, un psicópata. -Está bien papá, tendré cuidado con las leyendas urbanas.
Ignacio estaba sin camisa esa tarde y se le podía notar los músculos y una leve capa de vello en el pecho. El sol estaba ya cediendo su puesto a la oscuridad y se comenzaba a escuchar el leve canto de los insectos nocturnos. Ignacio comenzó a caminar hacia el viejo árbol que su padre había cortado, no le tomaría más de 15 minutos de ida y otros 15 de vuelta. Aquel camido estaba lleno de lodo seco y muchas hiervas estaban a su alrededor. El joven iba pensando en el poema que le iva a recitar a su enamorada al día siguiente. "Dulce amor mío, por siempre te amaré, y hasta en el valle sombrío, contigo estaré" De repente sus pensamientos se vieron sobresaltados por una mano en su hombro. Aunque no había visto a la persona que estaba detrás suyo, él ya sabía quién era. -Hola amor. Ignacio se volteó y efectivamente era su princesa la cual tenía unos ojos azules encantadores, una faz bien formada como si hubiera sido tallada por un gran escultor. Se podía ver cómo su cabello rubio ondeaba con el viento lo cual le daba un toque levemente erótico. -Hola Dulzura. Esta última frase la dijo acércandose a ella y dándole un delicado beso en su blanca mejilla. -Voy a recoger el Hacha de mi papá en el bosque, ¿quieres acompañarme?. -Claro¡, así aprovechamos para poder conversar un poco.
Los dos jóvenes se dirigían ahora hacia la selva. En el trayecto se hicieron bromas y hablaron de cuánto se amaban y uno siempre alegaba amar más que el otro. También hablaban de los conflictos que habían entre los Galos y su pueblo. Ahora ya había poca luz y finalmente llegaron hasta el buscado árbol. -Ahí está el hacha. -¿Sabes Ignacio?, No me gustaría que algún día tuvieras que usar un hacha (y cuán cerca estaba de usarla), ya que eso de pelearse por tierras es muy salvaje. -No te preocupes, ya hemos hablado de que seré un buen formador de catapultas y con lo que nos pague el Rey podremos vivir bien. -Por eso te amo tanto. Sara tomó de la mano a Ignacio y luego se apretó contra él. Se quedaron mirando fijamente por un instante hasta que finalmente Ignacio acercó sus labios a los de la chica y dio su primer beso. En ese momento nada importaba... ni el hacha de papá ni los problemas ni las espinillas... en ese momento solo eran él y ella unidos en un vínculo celestial que parecía que nunca fuera a acabar. Fue una de las sensaciones mas hermosas que los dos pudieron haber tenido y la cual jamás ivan a olvidar. Fue su primer beso de amor puro.
-Te amo mucho. Dijo Sara acariciando con su mano el pecho de Ignacio. Se abrazaron nuevamente y se sentaron en una de las grandes raíces que tenía el árbol. Ella apoyaba su cabeza
en el hombro de él y en frente de los dos estaba el hacha y el camino de regreso a casa. Aunque ¿QUién quería regresar a casa? en ese momento ellos tenían todo lo que necesitaban
y sobretodas las cosas tenía amor y un ambiente de paz. Pero esta escena se vio interrumpida por la abructa de un hombre alto el cual tenía los ojos inyectados de sangre. Se le podían
ver varias cicatrices en los brazos y en su mano tenía un hacha la cual brilló un poco con la leve luz que quedaba del día. -"Os cortaré en pedacitos", "Os haré saber lo que es luchar
en un combate". Los dos chicos se quedaron llenos de pánico y sin poder mover un solo cabello. El hombre alto comenzó a acercarse mientras levantaba el hacha. Ignacio pensaba: "Esto tiene que ser una broma, ¡Eso es¡, es una broma ya que no existe ningún Bylli el leñador que ande matando gente por el bosque". De repente sintió que una mano le dio un jalón. Era Sara que se había puesto de pie y había comenzado a gritar mientras esperaba que Ignacio reaccionara. Inmediatamente el joven se levantó agarrando el hacha de su padre que tenía enfrente suyo y hechó a correr con su novia.
-Os cortaré en pedacitos. JAJAJAJAJA. Ya verán como sus dedos serán rajados y sus brazos despedazados mientras su sangre salpica por todos lados. Decía el hombre mientras se acercaba ferozmente a la pareja.
Sara Lloraba mucho e Ignacio estaba muy asustado. De repente Sara se resbaló en el lodo y se dio un fuerte golpe en su rodilla. Un quejido de dolor salió de su boca
mientras que la sangre comenzaba a manar al mismo tiempo. En ese momento ella recordó lo que le había pasado al vecino de Ignacio hacía unas cuantas semanas.Las partes de su cuerpo habían sido encontradas
cerca de las plantaciones de cereal, la cabeza estaba en un lado, los brazos y piernas por otro... era como si hubieran matado a un animal y parte de su estómago
tenía grandes huecos en los cuales se podía observar marcas de dientes. El Caballero Teutón del pueblo asumió la investigación del caso y por esos días se encontró a un Galo robando en las plantaciones de Cereal.
A aquel Galo se le sometió a un interrogatorio y a pesar de que no parecía tener culpa en el asesinato se le declaró culpable y se le colgó en la mitad de la ciudad.
Sara solo podía llorar mucho mientras se le cruzaban por la mente esas imágenes. Ignacio también dejó escapar unas lágrimas, aunque por su orgullo no permitió que Sara las vea. -Sara tienes que levantarte, ese loco viene tras de nosotros, podemos llegar al río y somos buenos nadadores, podremos alejarnos. Todo saldrá bien. Por favor Sara levántate. La joven comenzó a levantarse aunque le dolía su rodilla, pero los gritos de aquel psicópata le dieron fuerzas para seguir ya que esta vez estaba a tan solo 7 metros de ellos.
"Os haré tragar lo que es bueno". El hombre levanto su hacha, en ese momento se escuchó el silvido de los insectos y la brisa había cesado. Entonces envistió un golpe contra Sara.
La chica apenas había podido levantarse y ahora sentía cómo un dolor terrible le envargaba desde el brazo. El hacha llegó a toparle el hueso y salió mucha sangre de la zona de la herida.
Inmediatamente el asesino había levantado nuevamente su mano y antes de dar el golpe de muerte Ignacio empujó a Sara hacia las hiervas del los filos del camino. "Ahora te toca a tí por metido"
El hombre levantó nuevamente el hacha y asestó un golpe en la pierna de Ignacio. El chico Dio un grito de dolor pero mientras caí al suelo también dio un leve golpe con la parte posterior de su hacha en los testículos
del loco. "AHHHHHH AAAHAHAHAHA" Comenzó a aullar el hombre de dolor mientras se cogía con las dos manos sus genitales y arrodilándose iva a caer en el suelo.
Sara estaba sangrando mucho y por su mente comenzó a recordar a su madre... a su padre... su primer beso... sus amigos... sus maestros... su perico... y a ella le pareció que muy pronto
iva a perder la conciencia. Comenzó a cerrar los ojos. Mientras tanto Ignacio estaba muy mal herido en su pierna, pero a pesar del dolor se comenzó a arrastrar por la tierra hasta que pudo
alcanzar el hacha del matón. El psicópata se dio cuenta de aquello y poniéndose de pie dio una fuerte patada en el rostro de Ignacio. Dos dientes salieron volando junto con saliva embarrada de sangre.
Ignacio soltó el hacha y cayó inconciente en el piso. "OS CORTARE EN PEDACITOOOOOOOS". El asesino agarró el hacha llena de lodo y sangre y se preparó para dar un golpe en la cabeza a Ignacio, sin embargo sintió un fuerte golpe en su cabeza el cual le hizo perder el equilibrio y cayó hacia adelante. Sara le había golpeado con un viejo tronco. Ella había pensado que tenía mucho porqué vivir y no podía darse el lujo de dejarse descuartizar por un maniático. Su vestido celeste ahora era medio púrpura por toda la sangre que le chorreaba de la herida del brazo.Con una cara como la que tiene un niño a punto de llorar gritó: -¡¡Ignacio¡¡, Ignacio
levántate por favor¡¡. -Huye de aquí. Le dijo ignacio con una voz ronca y débil. -¡¡NO, IGNACIO¡¡, no te voy a dejar, te amo mucho.
Fue en ese momento en el que en ella entró esa fuerza loca que se llama amor. Ella se arrodilló junto a Ignacio y colocó la cabeza de su hombre en su pierna mientras su mano derecha le acariciaba el cabello enlodado. -"Te amo mucho Ignacio"
El hombre comenzó a despertarse y lo que por un momento había olvidado Sara volvió a su cabeza. Los dos estaban en una situación de vida o muerte y comenzaban a perder mucha sangre, pero su mayor problema era que ese loco no se iva a rendir tan fácilmente. Esta vez el hombre se puso de pie y comenzó a sonreir macabramente. Se le podía ver sangre en los dientes podridos y algo de tierra. -"DESGRACIADOOOOOO, TE ODIOOO, TE ODIOOO, ¿PORQUÉ NO TE MUERES?", -Ahora vas a ver lo que es bueno. Esto lo aprendí en la guerra de las cerealeras. jajajajajaja". El hombre se acercó a recoger el hacha que otra vez había quedado en el suelo. Después de eso terminaría su trabajo. Sara también reaccionó rápido y en
un intento por salvarse empujó a Ignacio a al borde del camino por el se extendía una bajada llena de tierra, plantas y piedras. Ignacio se fue rodando y cuando ella se iva a arrojar sintió como una mano fuerte le agarró el brazo era el loco que la había atrapado el cual ya tenía un hacha en la mano. Sara entró en pánico, su respiración comenzó a hacerse más rápida y fuerte mientras que por su mente pasaban esas imágenes de aquel niño descuartizado en el cereal.
"Repita conmigo princesita: No debo hacer daño a las personas mayores".Sara repitió aquella frase ya que el miedo la dominaba, en realidad en ese momento si el hombre le hubiera ordenado votarse a la lava ella lo hubiera hecho. -¿Qué vamos a hacer para que recuerdes eso". Al escuchar esa frase el terror de Sara se intensificó. -¿Me cortará en pedacitos?... Muchas lágrimas inundaban la faz de la chica. Y en ese momento volvió a reaccionar. Ella dio una patada en los testículos del hombre y con eso se impulsó para atrás dejándose caer hacia el barranco donde había caído Ignacio. Comenzó a rodar colina abajo mientras muchas hiervas le lastimaban el rostro, las piernas, todo el cuerpo. Aunque esos instantes pasaron muy rápido"
Una vez terminó su caída divisó a Ignacio tendido boca arriba en un riachuelo y al regresar a mirar arriba observó como aquel loco venía gritando furioso que los mataría y según le pareció a ella, ese hombre venía con una ferocidad mortal.
Sara ya no podía resistir más tanta tensión. Los últimos minutos que habían pasado habían sido los peores de toda su corta vida. En el momento en el que el psicópata comenzaba a descender por el barranco el ambiente era muy aterrador, las ramas de los árboles dibujaban con sus sombras rostros amorfos y algunos matorrales que carecían de hojas daban un toque lúgubre. Aquella mañana había llovido así que el riachuelo en el que estaban Sara e Ignacio estaba un poco turbio y además la tierra estaba resbaladiza. Apenas se escuchaba un poco el sonido del agua al chocar contra las rocas ya que los gritos del asesino apagaban casi todo sonar.
Sara tuvo un poco de tiempo para amarrarse la herida con un pedazo de tela que rasgó de su maltratado vestido. De esta forma evitaba que la sangre fluyera. "Voy a sobrevivir cueste lo que cueste" Después de ese pensamiento la joven se agachó y comenzó a tomar del suelo piedras lizas. Sus manos temblorosas se hundían rápidamente en el agua mojando y limpiando un poco la tierra y la sangre que tenían.
El asesino estaba a tan solo unos 10 metros de distancia. Entonces Sara alzó su mano diestra y arrojó la primera piedra la cual fue a dar en el estómago del maldito y rebotó hacia el riachuelo muy cerca de Ignacio. Luego le siguió otra roca que le golpeó en el hombro y después otra que le pegó en la cabeza. Fue entonces cuando aquel hombre se resbaló y cayó quedando tendido en las hiervas. Sara corrió hacia su amado y se volvió a rasgar el vestido el cual dejó una abertura por la que se podía apreciar un poco del bello vientre de la chica. Entonces ella se agachó y haciendo un poco de fuerza tomó la pierna de Ignacio la amarró con fuerza con el pedazo de tela para detener la hemorragia. Ignacio abrió los ojos pero se volvieron a cerrar. Ahora Sara estaba sumida en la desesperación, tomó la cabeza de su amado y comenzó a acariciarla olvidándose del psicópata como lo había hecho hace un momento.
Por la cabeza del asesino se estaba proyectando una serie de recuerdos. Recuerdos macabros de aquello que lo convirtieron en lo que era. Roberto era su nombre, no era ningún Bylli el leñador y fue jefe del ejército de Archidona, un pueblo Romano que había tenido muchos conflictos con un conjunto de ciudades Galas. Todos disputaban el derecho de tener las cerealeras que estaban en el distrito Sur las cuales habían sido propiedad de los Germanos, pero como ese pueblo perdió muchas tropas en diferentes batallas ya no era un rival para los dos pueblos restantes.
En una campaña militar se le había ordenado que matase a todo ser humano sin importar la edad. -Tenemos que eliminar a esos Galos comenzando desde sus propios hijos jefe Roberto. Es por eso que le ordeno acabar con la vida de pequeños y grandes, adultos y niños. ¿Entendido?. -Comprendo que se tiene que ganar una guerra, pero su majestad, si me permite decirlo, matar niños es contranatural. Además se los puede usar como esclavos para trabajos forzados. También tengo que apuntar que la moral de mis soldados está en juego. ¿Cómo cree que van a reaccionar cuando les diga que vamos a matar mujeres y niños en la próxima misión?. -Roberto. Yo no estoy preguntándole si le gusta lo que le ordeno. Así que cumpla con mi mandato --Decía el rey subiendo el tono de voz-- si no quiere perder su vida. -Haré como ordene su majestad.
Roberto se retiró de la presencia del Rey pero en su mente se estaba llevando a cabo un conflicto. "No puedo matar niños. Jamás daré esa orden así me cueste la vida. Son solo niños, criaturas que necesitan que las protejan" Mientras salía del palacio dos imperanos le hacían una reverencia en muestra de respeto. Aquel día estaba lloviznando y se podía sentir el frío que penetraba en la piel además una capa de neblina había envuelto a toda la ciudad. Mientras Roberto caminaba por la calle se podía escuchar las conversas de los asustados soldados y también el sonido del molino que trabajaba más rápidamente por cortesía del clima. Cuando Roberto pasó cerca del viejo Establo vio que algunos caballos habían sido soltados y que existía un desorden no tan natural en aquel lugar. Así que decidió entrar en el edificio. Su mano se posó sobre una tabla ya vieja la cual le transmitió un poco de humedad. Roberto se quedó observando un poco más el establo y luego regresó a ver el abrevadero. Aquel día no lo habían puesto a funcionar. "Bueno, ¿Qué estoy haciendo viendo el establo?, debo regresar a casa lo más pronto posible y disfrutar unas pocas horas más con mi familia antes de irme a la guerra. Seguro que esos caballos fueron tomados por las tropas romanas."
Ahora Roberto se dirigía a su casa cuando de repente escuchó que había gritos y golpes en el interior de esta. Roberto corrió a ver lo que sucedía y se fijó que los caballos faltantes del establo estaban en su patio. Entonces entró dando un fuerte golpe a la puerta, inmediatamente sintió un fuerte golpe en la cabeza. Cuando despertó estaba atado en una silla en el comedor de su casa y tenía una especie de trapo atado alrededor de la boca. Se podía observar que todo alrededor estaba totalmente desordenado. Había platos rotos por todas partes y muchos pedazos de madera rota en el piso como si su casa hubiera sido un campo de batalla. Tres hombres estaban en frente suyo y se los podía identificar como germanos por las porras que traían. -"Al fin despertó el jefe del ejército Romano. El que destruyó nuestra aldea. Ahora le vamos a dar una lección que nunca olvidará." -"Si. Y mira lo que tenemos aquí. Es tu primer y único hijo¡. El muy tonto nos hizo un gran lío como te puedes dar cuenta¡¡ jajajaja. Ahora le vamos a cortar el cuello como tú cortaste el de nuestros compañeros. Pero no te preocupes que no va a morir virgen, ya le hemos dado los tres lo que tanto os gusta a los romanos". La cara del joven estaba pálida y tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Le tenían amarrado de las manos. Lo que sucedió a continuación es difícil de narrar. Le cortaron el cuello como si fuera una gallina mientras su papá lloraba. Luego los tres hombres sin corazón fueron donde la esposa de Roberto y procedieron a hacerle lo mismo que a su primera víctima.
El impacto de todas esas imágenes provocó en Roberto un estado de Locura. Haber perdido lo que más amaba en la vida de la forma en que lo había perdido fue demasiado fuerte para él. Ahora Roberto solo deseaba venganza así que se ocultó en el bosque de los germanos para matar a niños, adultos o adolescentes para intentar aplacar el dolor que sentía. Y cada vez que mataba a alguien sentía un poco de alivio del tormento que jamás iba a terminar.
Sara seguía acariciando la cabeza de su amor. Pero sentía que ya no le quedaban fuerzas. Y sentada en el arroyo apoyó su cabeza en el pecho de Ignacio y cerró los ojos.
Solo habían pasado 10 minutos desde que el psicópata Roberto se había quedado inconsciente, pensando en todo lo que le había pasado antes de convertirse en un asesino. Ahora estaba nuevamente de pie con el hacha en la mano. Se quedó mirando por un momento la indefensa postura de sus víctimas entonces se acercó a ellos. Se escuchaba el chapotear de sus pasos en el agua mientras caminaba. Cuando estuvo cerca de la pareja alzó el hacha y se preparó para envestir el golpe de muerte.
Sin embargo de entre los matorrales apareció el vecino de Ignacio. Aquel hombre se había perdido en los bosques y en las cerealeras buscando al asesino de su hijo. "Al fin te tengo desgraciado, Ahora veo que eres un perro cobarde que solo se mete con pequeños. TE VOY A MATAR. JURO QUE TE VOY A MATAR". Después de decir aquello corrió hacia Roberto y sacando su espada intentó dar un golpe en la cabeza del psicópata pero fue bloqueada por el hacha ensangrentada. Nuevamente volvió a envestir otro golpe y nuevamente fue a parar contra el hacha. Esto se repitió algunas veces hasta que la espada del "salvador" fue a caer en el riachuelo. Entonces Roberto asestó un golpe muy fuerte con el hacha en el estómago de ese supuesto "salvador" Nuevamente voló sangre y muchas gotas mancharon la cara del psicópata. -Perdóname --Decía el vecino de Ignacio-- hijo mío.. no pude vengart.... Antes que terminara de decir estas palabras otro hachazo le golpeó en el brazo, entonces cayó muerto al riachuelo. Creando un sendero rojo en medio del agua turbia. Sin que Roberto se dé cuenta Ignacio se había logrado levantar y agarrar una roca de un tamaño considerable. Entonces antes de que el asesino se dé la vuelta le pegó un golpe con tanta fuerza que Roberto cayó en el riachuelo boca abajo. Entonces, mientras volvía a revivir sus recuerdos sombríos comenzó a ahogarse hasta que finalmente murió.
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EPILOGO
Ignacio se encontraba sentado en un cómodo asiento de la plaza de reuniones. Había estado pensando toda la mañana en lo encantadora que es la vida. En lo preciosa que fue Sara. Una lágrima resbaló por su rostro. "Siempre te recordaré amor mío" Ahora sencillamente lloraba amargamente. Por su cabeza pasaban estos pensamientos: "Se cree en la sangre que corre, y se duda de las lágrimas que caen, El hombre llora: he aquí su más hermoso privilegio.... Tristeza es que mi corazón te llame a gritos y tú no estés aquí para escuchar su soledad.
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